La diabetes es una enfermedad que afecta por igual al ser humano y a las mascotas ya que surge de la incapacidad que tiene el cuerpo de producir o usar la insulina, una hormona que produce el páncreas y que permite a las células recoger azúcar o glucosa de la sangre y usarla para el funcionamiento del organismo.
además que la diabetes puede ser de dos tipos, dependiendo de si la dificultad está en la producción de insulina (diabetes tipo 1) o en el uso de la misma (diabetes tipo 2).
Con todo, los expertos añaden que la gran mayoría de los perros diabéticos sufren la diabetes tipo 1, haciendo que la administración de insulina de por vida sea necesaria, mientras que la diabetes tipo 2 es más frecuente en los gatos.
Y dentro de los perros afectados por la diabetes, los veterinarios matizan que los ejemplares de mediana o avanzada edad, incluyendo a las hembras que no estén esterilizadas, son más propensos a desarrollar la enfermedad, junto a la predisposición de razas como el Beagle, Caniche y Schnauzer, entre otras.
Dado que estos síntomas pueden aparecer en otras enfermedades, es necesario que el veterinario realice una serie de pruebas para confirmar la diabetes como un análisis de orina y un hemograma que proporciona información sobre el estado de los órganos del perro, detectando también los niveles de fructosamina, una proteína de la sangre que se une a la glucosa, indicando si los niveles de azúcar fueron altos durante las últimas semanas, para así descartar que ese aumento no se debe a otros factores como el estrés.
Advirtiendo de que la diabetes puede tardar en dar la cara, los profesionales enumeran una serie de signos clínicos que aparecen en función de la gravedad de la enfermedad. De esta forma, un perro diabético sufre poligafia o un mayor apetito a pesar de perder peso, polidipsia o el hecho de beber demasiada agua, poliuria o la necesidad de orinar demasiado y letargia, entre otros.
Los veterinarios alertan de que si se producen ataques epilépticos, cambios de comportamiento, contracciones musculares, ansiedad, estreñimiento, vómitos, diarrea, infección de la orina o una inflamación de la cabeza o el cuello, hay que acudir de inmediato a un centro veterinario.
Un perro diabético deberá recibir un tratamiento con insulina para toda su vida ya que el páncreas no va a volver a sintetizarla. Pese a ello, los profesionales destacan que la esperanza de vida de un perro estabilizado con insulina es similar a la de una mascota sana. Y es que, además de la insulinoterapia, la dieta y el ejercicio son fundamentales para controlar la enfermedad.
Los veterinarios sostienen que una dieta correcta para hacer frente a la diabetes tiene que ser rica en carbohidratos complejos como el almidón y la fibra, advirtiendo que el control del peso del animal es vital, ya que la obesidad hace que se necesiten dosis más altas de insulina. Esta dieta además debe ser igual cada día, administrándosela también a la misma hora.
Y en cuanto al ejercicio, que también debe practicarse de forma regular, hace que se consuma energía y por tanto evita los casos de hiperglucemia o exceso de azúcar en sangre. Además, el ejercicio incrementa el flujo sanguíneo, lo que puede servir para mejorar la absorción de la insulina.
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